Panadería Artesana Obando nació en 1965 como una pequeña panadería familiar y actualmente nos hemos convertido en una de las referencias del sector, gracias a la innovación tecnológica de nuestros procesos de fabricación, sin perder nuestra esencia artesana y tradicional. Actualmente, desde nuestra fábrica en Utrera distribuimos a diario a miles de clientes en toda España, además de haber conseguido expandir nuestras fronteras a mercados en Europa, América y Asia.
Panadería Artesana Obando nació en 1965 como una pequeña panadería familiar y actualmente nos hemos convertido en una de las referencias del sector, gracias a la innovación tecnológica de nuestros procesos de fabricación, sin perder nuestra esencia artesana y tradicional. Actualmente, desde nuestra fábrica en Utrera distribuimos a diario a miles de clientes en toda España, además de haber conseguido expandir nuestras fronteras a mercados en Europa, Norteamérica y Asia.
La elaboración de nuestros productos mantiene esa esencia artesanal con la que llevamos trabajando más de 50 años. Nuestro equipo de panaderos elabora día a día nuestros picos, regañás y mostachones con las recetas tradicionales que nos han caracterizado por la textura y el sabor más auténtico.
Nuestras materias primas son el principal valor que marca la diferencia en nuestros productos. Utilizamos cereales que provienen de nuestras propias explotaciones agrícolas cultivadas de manera sostenible, lo que garantiza que siempre trabajamos con ingredientes naturales, además de no usar conservantes ni aditivos en la elaboración de nuestros productos.
Nuestra filosofía tradicional no está reñida con nuestra adaptación a los nuevos tiempos. Por eso, llevamos tiempo renovando nuestros procesos de producción gracias a la innovación tecnológica y nuestra inversión en i+D, lo que nos ha llevado a tener capacidad para atender a la constante y creciente demanda del mercado con novedosos productos.
La elaboración de nuestros productos mantiene esa esencia artesanal con la que llevamos trabajando más de 50 años. Nuestro equipo de panaderos elabora día a día nuestros picos, regañás y mostachones con las recetas tradicionales que nos han caracterizado por la textura y el sabor más auténtico.
Nuestras materias primas son el principal valor que marca la diferencia en nuestros productos. Utilizamos cereales que provienen de nuestras propias explotaciones agrícolas cultivadas de manera sostenible, lo que garantiza que siempre trabajamos con ingredientes naturales, además de no usar conservantes ni aditivos en la elaboración de nuestros productos.
Nuestra filosofía tradicional no está reñida con nuestra adaptación a los nuevos tiempos. Por eso, llevamos tiempo renovando nuestros procesos de producción gracias a la innovación tecnológica y nuestra inversión en i+D, lo que nos ha llevado a tener capacidad para atender a la constante y creciente demanda del mercado con novedosos productos.
Nuestra localidad es considerada como uno de los referentes panaderos y reposteros del país por la tradición y la calidad en los productos que empresas como Panadería Artesana Obando hemos ido desarrollando con el paso de los años.
Nuestra localidad es considerada como uno de los referentes panaderos y reposteros del país por la tradición y la calidad en los productos que empresas como Panadería Artesana Obando hemos ido desarrollando con el paso de los años.
La historia de nuestra panadería empezó hace más de 55 años, cuando comenzamos a crear cada madrugada un producto básico elaborado a partir de masa madre, siguiendo la receta tradicional, para todos los hogares de Utrera. A día de hoy, nuestro pan sigue siendo una referencia en nuestra localidad. El pueblo que nos vio crecer puede disfrutar cada día del alimento más universal con el sabor y textura inconfundibles de Panadería Artesana Obando.
Francisco Obando García, hijo de Bárbara García Sánchez-Campa y José Obando Bernal, conocido zapatero de Utrera, nace el 3 de marzo de 1942 y es el fundador de lo que hoy en día conocemos como Panadería Artesana Obando.
Con 18 años, abandonó el mundo del zapato y realizó el servicio militar de forma voluntaria en Morón y en Sevilla. Es en 1962 cuando decide salirse y cuando inicia su andadura en el mundo de la panadería, de la mano de Panadería Matos, frente a la Fuente de los Ocho Caños.
El 31 de agosto de 1963, Francisco Obando, yendo en contra de los ideales de su padre, compra la Panadería Matos, que pasaba por una situación económica muy difícil. Lo hace a través de un contrato vitalicio de 850 pesetas al mes que irá pagando con la venta diaria del negocio, hasta el fallecimiento de los propietarios.
La burra Catalina es por aquel entonces el medio “mecánico” usado para mover los engranajes y poleas que permiten el amasado. El 22 de septiembre de 1963 Francisco Obando hace la compra de la primera máquina, la primera amasadora eléctrica de la panadería. Es decir, no pasan más de 20 días desde que la burra Catalina se encargaba del amasado hasta que se suma a la tarea la primera máquina.
Se crea la marca Panadería Artesana Obando, dando un paso al frente y empezando a crear así una larga tradición panadera familiar. Francisco utiliza hornos de piedra de los de entonces, los de verdad, los que hay que cargar a mano con kilos y kilos de leña. Estos permiten poco volumen, pero aportan una calidad y sabor genuinos.
Los pesados de cada pieza de pan son manuales y el consumo de harina recogida cada tarde al molino de Utrera no pasa de los 50kg diarios, que pueden dar para una mínima producción de unas 250 piezas de pan tradicionales de la época: la boba, la maquila, la telera, el retorcido y los redondos.
Este es el último año que la burra Catalina ayuda a amasar en la panadería. Francisco sigue aumentando la maquinaria de amasadora con el objetivo de tener más capacidad de producción. Esta previsión termina por convertirse en realidad, ya que, actualmente, Panadería Obando cuenta con multitud de amasadoras para poder abastecer la producción.
Poco a poco van creciendo, el volumen va incrementando y la familia también. Llegan entonces los hijos (Manolo, Beatriz, Paco, Ana, Víctor y Jaime), que poco a poco y en mayor o menor medida van pasando por el negocio.
Los panaderos de Utrera crean la cooperativa de pan e insisten a Francisco para formar parte de ella. Él accede pero decide salirse de la cooperativa un tiempo después. En ese momento, Francisco alquiló una panadería durante dos años para poder producir su propio pan. Después de esto, vuelve a los orígenes y empieza a poner a punto la fábrica, demostrando su espíritu emprendedor y el riesgo que supone actuar en solitario.
La maquinaria y las instalaciones se van adaptando a los nuevos tiempos y la gama de productos va incrementando.
Francisco compra el primer tren de Laboreo. Esta máquina da origen a nuevas piezas de pan (pepito, minipepito, viena), ya que pesan poco y con esta máquina se realiza parte de la producción.
Se inicia la fabricación de los primeros picos. Entre ellos están los colines, las regañás y las primeras rosquillas, que se hacen manuales una a una. A partir de este momento, comienza la producción de picos en la panadería.
Diariamente, se fabrican unos 30 kilos de picos, mientras que de pan se elaboran unos 1.000 kilos.
Llega la primera máquina de envasado semiautomática, tras las inversiones en nueva maquinaria para agilizar la fabricación. A partir de este momento, los procesos de pesado y envasado empiezan a ser con máquina y dejan definitivamente de realizarse a mano.
Aparecen los primeros clientes de gran distribución como Hermanos Ayala o Cobreros, comenzando así la expansión nacional. Además, este crecimiento del negocio también les permite introducirse en la venta al canal Horeca a nivel provincial.
Hermanos Ayala se convierte en el principal cliente de Panadería Obando, ya que prácticamente se produce para ellos. Este cliente le hace dar a la empresa el gran salto, aumentando las expectativas y capacidades de producción.
Gracias a las inversiones realizadas, Panadería Obando consigue un salto importante en infraestructuras, personal y equipamiento, que permite la llegada de nuevos productos adaptados a la demanda del mercado: las trencinas, rosquillas integrales, violines, bolitas, mini-regañás y el pico artesano, lo que les posibilita incrementar los volúmenes y una mayor expansión a nivel nacional.
La recesión económica del 2008 y la crisis del sector lleva a Panadería Obando a un descenso del consumo de pan, derivado de la enorme competencia introducida por las panaderías industrializadas, que copan el mercado de piezas congeladas que llegan a todos los rincones.
Ante esta nueva tesitura, deciden comenzar a investigar para dar con un producto diferente e innovador que logre diferenciarlos de todo lo que hay en el mercado en ese momento.
Como en todo gran descubrimiento, la suerte y la casuística también juegan un papel fundamental en esta historia. Mientras Víctor Obando, quinto hijo y actual panadero, está buscando nuevas alternativas, la máquina tiene un fallo y, de entre todas las virutas, aparece el Pico Rústico Gourmet, la joya de la corona de Panadería Obando.
Estos picos son un éxito inmediato, ya que se ganan la aclamación del público al encontrar en ellos un acompañamiento diferente a lo que ya existe en el mercado. A partir de este descubrimiento, la empresa empieza a crecer de manera exponencial.
Comienzan a construir sus nuevas instalaciones que se inauguran en 2015, siendo esta una de las fábricas de producción de picos y regañás más modernas en todo el país.
Este cambio les permite alcanzar volúmenes de producción tan importantes que les ha llevado a estar presentes en las estanterías de las más prestigiosas cadenas de distribución (Carrefour, El Corte Inglés, MAKRO, Alcampo, Aldi, Ahorramás, Condis…) y en las mesas de los mejores restaurantes del país, ayudados por su red de distribuidores que abarca ya cada provincia de España.
La provincia de Cádiz, y más concretamente Casa Bigote, tuvieron una gran importancia en el devenir de los Picos Rústicos Gourmet. Tras unos primeros meses de intentos, Jaime consiguió que probara los nuevos picos rústicos gourmet el propietario del mítico restaurante de Sanlúcar de Barrameda, Fernando Hermoso, que quedó prendado automáticamente de ellos y los empezó a servir en su comercio.
Esto sirvió como trampolín definitivo para su nuevo producto estrella, ya que este fue el escaparate perfecto para que empezase a posicionarse desde la provincia gaditana hasta el resto del país.
El éxito de los Picos Rústicos Gourmet no hace más que crecer, permitiéndoles traspasar fronteras y haciéndose presentes en países que nunca habrían imaginado como Reino Unido, Francia, Bélgica, Holanda, Lituania, Alemania, República Checa, Portugal e incluso cruzar el charco hasta México y países asiáticos.
Esta internacionalización de la marca es uno de los pilares para que Panadería Obando empiece a desarrollar nuevos productos en busca de nuevos nichos de mercado tanto en España como en el extranjero.
La voluntad de Jaime y Víctor de seguir ofreciendo productos adaptados a los nuevos consumos y necesidades del mercado permite a Panadería Obando lanzar los picos Sin Gluten, los Picos con ingredientes Funcionales en 2019 y los Picos Gourmet 100% Integrales Ecológicos en 2020.
A día de hoy, Panadería Obando sigue expandiéndose y consolidándose en el mercado llevando sus productos desde Utrera por todo el mundo y ampliando su gama de productos. Todo este crecimiento no habría sido posible sin el trabajo y esfuerzo de cada uno de los trabajadores que ha pasado por esta empresa, que ha terminado convirtiéndose en una gran familia.
Una familia que ha ido incorporando miembros que siempre quedarán en nuestro recuerdo, como Pepe Mena, que trabajó durante 30 años y que se convirtió en uno de los baluartes de su regañá, o Francisco Castillo, que desde 1989 hasta 2016 ha desempeñado prácticamente todos los puestos en la panadería y hoy es tratado como un Obando más.
Francisco Obando García, hijo de Bárbara García Sánchez-Campa y José Obando Bernal, conocido zapatero de Utrera, nace el 3 de marzo de 1942 y es el fundador de lo que hoy en día conocemos como Panadería Artesana Obando.
Con 18 años, abandonó el mundo del zapato y realizó el servicio militar de forma voluntaria en Morón y en Sevilla. Es en 1962 cuando decide salirse y cuando inicia su andadura en el mundo de la panadería, de la mano de Panadería Matos, frente a la Fuente de los Ocho Caños.
El 31 de agosto de 1963, Francisco Obando, yendo en contra de los ideales de su padre, compra la Panadería Matos, que pasaba por una situación económica muy difícil. Lo hace a través de un contrato vitalicio de 850 pesetas al mes que irá pagando con la venta diaria del negocio, hasta el fallecimiento de los propietarios.
La burra Catalina es por aquel entonces el medio “mecánico” usado para mover los engranajes y poleas que permiten el amasado. El 22 de septiembre de 1963 Francisco Obando hace la compra de la primera máquina, la primera amasadora eléctrica de la panadería. Es decir, no pasan más de 20 días desde que la burra Catalina se encargaba del amasado hasta que se suma a la tarea la primera máquina.
Se crea la marca Panadería Artesana Obando, dando un paso al frente y empezando a crear así una larga tradición panadera familiar. Francisco utiliza hornos de piedra de los de entonces, los de verdad, los que hay que cargar a mano con kilos y kilos de leña. Estos permiten poco volumen, pero aportan una calidad y sabor genuinos.
Los pesados de cada pieza de pan son manuales y el consumo de harina recogida cada tarde al molino de Utrera no pasa de los 50kg diarios, que pueden dar para una mínima producción de unas 250 piezas de pan tradicionales de la época: la boba, la maquila, la telera, el retorcido y los redondos.
Este es el último año que la burra Catalina ayuda a amasar en la panadería. Francisco sigue aumentando la maquinaria de amasadora con el objetivo de tener más capacidad de producción. Esta previsión termina por convertirse en realidad, ya que, actualmente, Panadería Obando cuenta con multitud de amasadoras para poder abastecer la producción.
Poco a poco van creciendo, el volumen va incrementando y la familia también. Llegan entonces los hijos (Manolo, Beatriz, Paco, Ana, Víctor y Jaime), que poco a poco y en mayor o menor medida van pasando por el negocio.
Los panaderos de Utrera crean la cooperativa de pan e insisten a Francisco para formar parte de ella. Él accede pero decide salirse de la cooperativa un tiempo después. En ese momento, Francisco alquiló una panadería durante dos años para poder producir su propio pan. Después de esto, vuelve a los orígenes y empieza a poner a punto la fábrica, demostrando su espíritu emprendedor y el riesgo que supone actuar en solitario.
La maquinaria y las instalaciones se van adaptando a los nuevos tiempos y la gama de productos va incrementando.
Francisco compra el primer tren de Laboreo. Esta máquina da origen a nuevas piezas de pan (pepito, minipepito, viena), ya que pesan poco y con esta máquina se realiza parte de la producción.
Se inicia la fabricación de los primeros picos. Entre ellos están los colines, las regañás y las primeras rosquillas, que se hacen manuales una a una. A partir de este momento, comienza la producción de picos en la panadería.
Diariamente, se fabrican unos 30 kilos de picos, mientras que de pan se elaboran unos 1.000 kilos.
Llega la primera máquina de envasado semiautomática, tras las inversiones en nueva maquinaria para agilizar la fabricación. A partir de este momento, los procesos de pesado y envasado empiezan a ser con máquina y dejan definitivamente de realizarse a mano.
Aparecen los primeros clientes de gran distribución como Hermanos Ayala o Cobreros, comenzando así la expansión nacional. Además, este crecimiento del negocio también les permite introducirse en la venta al canal Horeca a nivel provincial.
Hermanos Ayala se convierte en el principal cliente de Panadería Obando, ya que prácticamente se produce para ellos. Este cliente le hace dar a la empresa el gran salto, aumentando las expectativas y capacidades de producción.
Gracias a las inversiones realizadas, Panadería Obando consigue un salto importante en infraestructuras, personal y equipamiento, que permite la llegada de nuevos productos adaptados a la demanda del mercado: las trencinas, rosquillas integrales, violines, bolitas, mini-regañás y el pico artesano, lo que les posibilita incrementar los volúmenes y una mayor expansión a nivel nacional.
La recesión económica del 2008 y la crisis del sector lleva a Panadería Obando a un descenso del consumo de pan, derivado de la enorme competencia introducida por las panaderías industrializadas, que copan el mercado de piezas congeladas que llegan a todos los rincones.
Ante esta nueva tesitura, deciden comenzar a investigar para dar con un producto diferente e innovador que logre diferenciarlos de todo lo que hay en el mercado en ese momento.
Como en todo gran descubrimiento, la suerte y la casuística también juegan un papel fundamental en esta historia. Mientras Víctor Obando, quinto hijo y actual panadero, está buscando nuevas alternativas, la máquina tiene un fallo y, de entre todas las virutas, aparece el Pico Rústico Gourmet, la joya de la corona de Panadería Obando.
Estos picos son un éxito inmediato, ya que se ganan la aclamación del público al encontrar en ellos un acompañamiento diferente a lo que ya existe en el mercado. A partir de este descubrimiento, la empresa empieza a crecer de manera exponencial.
Comienzan a construir sus nuevas instalaciones que se inauguran en 2015, siendo esta una de las fábricas de producción de picos y regañás más modernas en todo el país.
Este cambio les permite alcanzar volúmenes de producción tan importantes que les ha llevado a estar presentes en las estanterías de las más prestigiosas cadenas de distribución (Carrefour, El Corte Inglés, MAKRO, Alcampo, Aldi, Ahorramás, Condis…) y en las mesas de los mejores restaurantes del país, ayudados por su red de distribuidores que abarca ya cada provincia de España.
La provincia de Cádiz, y más concretamente Casa Bigote, tuvieron una gran importancia en el devenir de los Picos Rústicos Gourmet. Tras unos primeros meses de intentos, Jaime consiguió que probara los nuevos picos rústicos gourmet el propietario del mítico restaurante de Sanlúcar de Barrameda, Fernando Hermoso, que quedó prendado automáticamente de ellos y los empezó a servir en su comercio.
Esto sirvió como trampolín definitivo para su nuevo producto estrella, ya que este fue el escaparate perfecto para que empezase a posicionarse desde la provincia gaditana hasta el resto del país.
El éxito de los Picos Rústicos Gourmet no hace más que crecer, permitiéndoles traspasar fronteras y haciéndose presentes en países que nunca habrían imaginado como Reino Unido, Francia, Bélgica, Holanda, Lituania, Alemania, República Checa, Portugal e incluso cruzar el charco hasta México y países asiáticos.
Esta internacionalización de la marca es uno de los pilares para que Panadería Obando empiece a desarrollar nuevos productos en busca de nuevos nichos de mercado tanto en España como en el extranjero.
La voluntad de Jaime y Víctor de seguir ofreciendo productos adaptados a los nuevos consumos y necesidades del mercado permite a Panadería Obando lanzar los picos Sin Gluten, los Picos con ingredientes Funcionales en 2019 y los Picos Gourmet 100% Integrales Ecológicos en 2020.
A día de hoy, Panadería Obando sigue expandiéndose y consolidándose en el mercado llevando sus productos desde Utrera por todo el mundo y ampliando su gama de productos. Todo este crecimiento no habría sido posible sin el trabajo y esfuerzo de cada uno de los trabajadores que ha pasado por esta empresa, que ha terminado convirtiéndose en una gran familia.
Una familia que ha ido incorporando miembros que siempre quedarán en nuestro recuerdo, como Pepe Mena, que trabajó durante 30 años y que se convirtió en uno de los baluartes de su regañá, o Francisco Castillo, que desde 1989 hasta 2016 ha desempeñado prácticamente todos los puestos en la panadería y hoy es tratado como un Obando más.
Panadería Artesana Obando e Hijos, S.L., ha recibido una ayuda de la Unión Europea con cargo al Programa Operativo FEDER de Andalucía 2014-2020, financiada como parte de la respuesta de la Unión a la pandemia de COVID-19 (REACT-UE), para compensar el sobrecoste energético de gas natural y/o electricidad a pymes y autónomos especialmente afectados por el incremento de los precios del gas natural y la electricidad provocados por el impacto de la guerra de agresión de Rusia contra Ucrania.
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